Tánger bar, Puente del Kursaal

Libros

ketari

Al día siguiente me despierto bien entrada la mañana, aturdido. Me sorprende el encontrarme en esta habitación silenciosa en la que entra una luz grisácea. Me levanto, abro el balcón y salgo al exterior. Es un día oscuro, de cielos bajos: nubes plomizas que destacan contra otras más claras hacia el norte. A lo lejos veo la desembocadura de la ría, el último puente blanco resaltando contra el gris del cielo y el verdoso oscuro del mar picado, y siento soplar el viento sur. Permanezco largo rato con los ojos cerrados acodado en la barandilla dejándome acariciar por ese cálido viento de otoño que sopla desde tierra adentro. Cuando las ráfagas de la ventolera se detienen momentáneamente oigo sordo y lejano el rumor del mar.

 

Pag. 39

puente kursaal urumea hotel maria cristina tanger bar