Puertas coloradas, Taberna Mataburros

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La taberna ocupaba la mayor parte del bajo con voladizo de una casa vieja e irrelevante de tres pisos, una de esas casas que nada más verlas uno adivina que van a ser pasto de la piqueta por viejas, por feas, por antiestéticas. La taberna no tenía nombre, bueno, no tenía letrero ni cartel que la identificase de manera oficial. Ni siquiera tenía sobre la puerta algún rótulo publicitario que advirtiese que aquello era un establecimiento de bebidas, reclamo que por entonces sólo ostentaban bares y cafés de mayor empaque. Aun así, en el barrio y en los alrededores todos conocían aquella taberna como "Mataburros", título que provino de un hecho de sangre porque su dueño, del que muy pocos conocían el nombre, había sido tranviario y un mal día se le atravesó un burro en los raíles, no pudo, o no supo, frenar y lo atropelló con resultado de muerte, como constaba en el atestado. En adelante, tanto la taberna como su dueño atendían por Mataburros sin mayores aspavientos, que cada uno debe apechugar con su pasado.

Aquel accidente ocurrió antes de la guerra. Porque había habido una guerra, según decían los mayores en voz queda. Una guerra de la que nadie hablaba y a la que se aludía sólo para expresar antigüedad, o distancia, o quizá olvido. El niño, no sabía bien por qué, creía que las gentes que frecuentaban la taberna de Mataburros eran mayormente perdedores de aquella guerra que nunca existió. Porque los que la ganaron vivían en las villas, tan ricamente.

La taberna de Mataburros tenía al fondo un mostrador de madera siempre húmeda, una estantería con botellas de anís, coñac, vermú y aguardiente, un par de armarios para el género chico –galletas, nueces, latas…– una docena de mesas de madera, alguna foto antigua amarillenta en las paredes y una barrica con grifo adosada a la pared. Tras el mostrador, un hueco con cortina que hacía de puerta llevaba al almacén donde Mataburros guardaba para el suministro las garrafas de guindillas y aceitunas, los chorizos, los garrafones y toneles para la venta de vino al menudeo y el cubo de las sardinas vejas.

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