Puertas coloradas, Plaza Mataburros

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ketari

Al salir a la calle por poco se queda sin aire. Las máquinas habían avanzado y habían recortado la plaza de Mataburros dejándola en un tercio. Fue tal la impresión que se llevó, que en un primer momento ni siquiera se dio cuenta de que se habían cargado el pilón. Y el árbol del centro. Y el asiento corrido circular de piedra que rodeaba el árbol. Donde estaba el pilón había una brecha de la que manaba un leve caudal de agua achocolatada que se desparramaba por la cuesta abajo.

Ya no cabía ninguna duda de que la carretera general iba a ser ensanchada a costa de cercenarle al barrio espacios de encanto, de bienestar y de entretenimiento.

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