El niño no sabía cuándo ni cómo, pero hay que calcular que eligió a sus amigos cuando comenzaron a dejarle salir solo a la calle. En realidad, la calle en aquel tiempo y para la edad en la que el niño comenzó a salir solo era algo bajo control a pesar de que la cruzase la carretera general, una N-1 en la que podía jugarse al fútbol sobre el asfalto porque daba tiempo a recoger el balón para que circulasen los vehículos. Un vistazo desde el balcón bastaba a las familias para comprobar qué hacían y cómo estaban sus hijos, siempre más impetuosos y azarosos que sus hijas, que apenas si se aventuraban más allá del portal.