Puertas coloradas, Frontón de Ategorrieta

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El frontón era uno de los escenarios en los que el niño y sus amigos compartían juegos, confidencias y hasta meriendas porque, como siempre ocurre, unos tenían más y otros tenían menos. Es preciso aclarar que el frontón, el viejo, ajado y destartalado frontón del barrio comenzó a ser ámbito añadido de esparcimiento para el niño y sus amigos solamente cuando el ensanchamiento de la carretera general redujo sensiblemente la plaza del reloj, antes de Mataburros. Este desplazamiento del niño y sus amigos no pudo asentarse en primera instancia, ya que el frontón era dominio de los chicos del barrio marginal, de los vecinos de las casas más pobres pegadas al monte. Aquellos chicos eran los que en las coordenadas de la clase media, es decir, en el concepto de la madre del niño, se calificaba de "golfos". Niños que si habían ido a la escuela muchos habían abandonado con el escaso leer y escribir como currículo. Niños que desde los doce años ya se buscaban la vida en trabajos sumergidos para aportar en casa las cuatro perras que les pagaban por hacer los recados, por la venta de chatarra, por acarrear bultos o por echar una mano en tareas de hombres. Niños que conocían el hambre, el hacinamiento y la amargura. Niños trasplantados de su tierra áspera y desamparada al sueño de un país verde que no acababa de quitarles el hambre. Niños que en muy pocos años y con una alimentación de subsistencia derivarían en estibadores, en peones de obra, en canteros o, con suerte y padrinos, en boxeadores sin más futuro que servir de "paquetes" en combates apañados. Niños, en fin, que en su mayoría eran hijos de padres que habían resultado perdedores en aquella maldita guerra del silencio.

En el frontón no solamente se jugaba a pelota, entendiendo como tal el deporte propio de esa instalación. Se jugaba a pelota a mano y a pala, sí, con rudimentarias pelotas cubiertas de badana o de lana, pero también se celebraban multitudinarios y encarnizados encuentros de fútbol con cualquier cosa redonda que botase. Cuando el primo Arturo llevaba su balón, un balón de cuero, un balón de reglamento, el partido requería mayor solemnidad.

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