Puertas coloradas, Colegio de monjas francesas

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Las chicas del verano eran forasteras que venían en tandas a pasar las vacaciones al colegio de las monjas francesas y se alojaban en un caserón próximo a la tapia colindante con la carretera que llevaba al monte. El niño y sus amigos solían escuchar de los chicos del frontón sus incursiones a lo alto de la tapia desde donde, decían, por la noche se podía ver desnudarse a las chicas del verano. Al niño y sus amigos, la verdad, aquel entretenimiento siempre les había parecido una extravagancia pero últimamente el hijo del ordenanza del centro sanitario andaba interesado por conocer los detalles de lo que se veía desde la tapia.

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