Puertas coloradas, Camino del Cementerio

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Ya el camino en sí que habían elegido para llegar al cementerio tenía sus atractivos porque incluía el paso por propiedad privada de varios caseríos y ello suponía transitar con discreción ante la posibilidad de ser descubiertos por los caseros, para quienes una cuadrilla de chavales por sus tierras era el presagio seguro de que le estropeasen el pasto y le robasen las manzanas.

Sorteada la vigilancia de los caseros y lejos ya los ladridos de los perros, el niño y sus amigos llegaron a la tapia del cementerio. Sabían perfectamente cómo y por dónde salvarla, así que poco después ya estaban sentados sobre dos panteones contiguos donde sacaron los bocadillos y se repartieron las manzanas que habían cosechado a su paso por terrenos de los caseríos. La exploración del camposanto tenía dos emociones de mayor intensidad, la visita al cementerio civil y la inspección del osario.

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