Los caprichos de la suerte, catedral del Buen Pastor

Libros

ketari

Mientras estuvo en la cárcel, de la que pudo salir al cabo por la intervención de un pariente suyo, también militar, que fue quien luego la procuró el pasaporte para cruzar la frontera, oyó la amiga de Gloria hablar del caso de uno que salió de Barcelona y se había disfrazado de cura para entrar en San Sebastián, donde hasta dijo misa y confesó.

Todo le habría ido del mismo modo, con las mismas facilidades, si un día, cuando pasaba por delante de la iglesia del Buen Pastor, unos catalanes que le seguían sin que él lo hubiese advertido, no le hubiesen llamado:

--¡Eh, juanet! Sorprendido volvió la cabeza, lo cogieron y al día siguiente lo habían fusilado. Ya no había la más ligera benevolencia entre los españoles. Todo era odio e interés.

 

Pag.: 191

catedral buen pastor los caprichos de la suerte