Hombres sin suerte, Bahía de la Concha

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ketari

La vieja bahía seguirá igual. Como siempre Pase lo que pase, hagas lo que hagas, caiga quien caiga. Arena fina que se escurre entre los dedos al intentar cogerla, mareas que cubre toda la playa, toldos azules y blancos, gente impecable... Una postal que, por detrás termina siempre diciendo: “esto es precioso, la comida es deliciosa, la gente elegante y todo muy caro. Lo estamos pasando muy bien”. Unlugar sin sobresaltos. Los escándalos se tapan. No pasan las cosas horribles que suceden en otras partes. Bajad la voz, aquí no se chilla, esto es San Sebastián... Pobres ingenuos... no hay más que levantar la alfombra de cualquier casa para encontrar mierda escondida. .. Como en todas partes.

La ciudad era un hervidero. Se diría que esas personas venidas de todos los lugares se hubieran puesto de acuerdo para pasar sus vacaciones alli. Como si todos estuvieran descubriendo a la vez San Sebastián, precisamente aquel verano. Los termómetros digitales rondaron los cuarenta grados y las playas, vistas desde la barandilla del paseo, ofrecían un espectáculo abigarrado y agobiante. Todas las conversaciones comenzaban hablando del calor.

 

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