Fuegos con limón, Zentellazuloa

Libros

ketari

Y es que arrastrados por la marea hacia poniente, nos encontramos ante la punta de Mako, donde termina la Lastra temible y se abre una pequeña ensenada. Demasiado expuesta a los embates del mar como para que nos sirva de refugio, bordeada de rocas que imposibilitan toda tentativa de desembarco, engolfarse en ella con este temporal supondría un error de funestas consecuencias;

Arriba, sobre el collado, hay un merendero por el que le viene a la ensenada llamarse Debajo de Valentín. Se perfila en la altura, ante un fondo verdeoscuro de pinos, la carretera que conduce al parque de atracciones de Igueldo. Un camino serpenteante desciende a lo largo de la ladera pelada por los incendios, frecuentes en estos andurriales. Recuerdo que siendo yo niño el monte fue perforado con el fin de abrir conducto a un colector. Hemos recalado frente a su salida. Desde la boca de la ensenada se percibe el tufo excrementicio. Una rompiente de hormigón, dispuesta en curva, evita que las olas penetren a pleno ímpetu en la gruta infernal, uno de los varios anos por donde la urbe evacúa sin depurar lo peor de sus moradores. Contemplado desde la cima de Igueldo, este paraje recoleto parece conservar intactas sus apariencias edénicas. De cerca, la cruda y maloliente realidad pone de manifiesto la ilimitada aptitud que tiene el género humano para destruir lo bello. Las aguas residuales forman de ordinario sobre la superficie marina una mancha de color canela y proporciones variables según la intensidad de las corrientes.


Autor foto Black 84 Licencia CC-BY-NC-ND

A impulsos del aguaje la Soledad se adentra en la mancha repulsiva. ¿Qué hacer? Le sugiero a Genaro Zaldúa que no desembarquemos cerca de la cloaca, aunque ello nos cueste otra matada de remar. Presumo que el vocablo matada entraña para él connotaciones harto enojosas. Responde que se le ha ocurrido una idea mejor.

—Amparémonos dentro del túnel. Lo sufrirá la nariz, pero habremos salvado la barca y el pellejo.

...

—Dejemos que las olas nos lleven hasta la embocadura. Allá viraremos tranquilamente a la derecha. Una vez dentro del albañal, cuidaremos de amarrar la barca a un saliente cualquiera de la pared. ¿Que anochece y aún no ha amainado? Pues nada, mañana temprano volveremos y a la hora en que Cacharrito tiene previsto reunirse con el nuevo propietario, estaremos todos en la Parte Vieja desayunando chocolate con churros. Apuesto a que hay una escalerilla por donde subir al camino.

...

si no conseguíamos adentrarnos obra de una legua en mar abierto, con el fin de navegar después hacia la bahía alejados suficientemente de la costa, regresaríamos a la ensenada e intentaríamos atracar dentro del colector.

Este pasaje del libro transcurre por la zona de costa situada detrás del monte Txubillo, donde se encuentra el parque de atracciones de Igeldo, en esa ensenada se encuentra el colector donde desemboca la regata de Añorga, que pasa frente a las Universidades y que a través de un túnel de 1 kilómetro llega a este curioso lugar, anteriormente este riachuelo desembocaba en la playa de Ondarreta, por eso los cantos rodados que todavía se encuentran en la playa, posteriormente la desembocadura se trasladó por un túnel a la zona donde ahora se encuentra el Peine del Viento.

Igeldo

Autor: Fernando Aramburu

Editorial: Tusquets (1996)

ISBN: 978-84-7223-795-7

fuegos con limón igeldo zentellazuloa