Cacereño, barandilla de La Concha

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El espectáculo del Bulevar seguía en la playa, tan interesante que la barandilla del paseo sobre la misma se llena de mirones. Los ingleses, rojos, con la piel cayéndoseles a tiras, son muy graciosos, y no digamos cuando forman corros cambiando cada uno su billete de cien para pagar el duro de su silla, sin ocurrírsele jamás a ninguno pagar la ronda. Pero el atractivo principal son los bikinis, de francesa a ser posible, los españoles son más bien dos piezas. Se hila fino en la barandilla.

 

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