Ardor guerrero, Puente de los Cuarteles

Libros

ketari

Entregaríamos el petate y saldríamos vestidos de paisano del cuartel, y el candado con el que lo estuvimos cerrando durante todo el año y con el que también cerramos la taquilla lo tiraríamos, según la costumbre establecida por la soldadesca en San Sebastián, a las aguas cenagosas del río Urumea, y por miedo a que nos llamaran, a que debiéramos volver aunque sólo fuera por unos minutos, apenas cruzáramos la puerta de salida echaríamos a correr como desesperados, y no nos detendríamos ni siquiera al cruzar al otro lado del puente. Cómo sería ese momento, se preguntaba uno cada día, cómo será salir corriendo y no volver, no vestir nunca más de soldado, no saludar ni obedecer ni desfilar ni cantar el himno de Infantería, ardor guerrero vibra en nuestras voces…

 

Pag.: 26

puente urumea loiola ardor guerrero cuarteles militares puente de cuarteles