Ardor guerrero, Mollaberria

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Me acuerdo de ir notando el efecto de un porro sentado en un pretil del puerto de los pescadores y de ver en la distancia, sobre la playa de la Concha, un castillo de fuegos artificiales que se duplicaba en el agua quieta y lisa de la bahía, en silencio y muy lentamente, como si lo estuviera viendo desde el fondo del mar.

 

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