Fue sólo un capricho. Queria recorrer la ciudad en coche. Llevó el Wolkswagen despacio por la avenida de Ategorrieta con la ventanilla bajada, reconociendo el camino que le llevaría hasta la Parte Vieja. Sólo algún paseante avanzaba decidido por el paseo de la Zurriola. Antes de cruzar el puente del Kursaal se detuvo a contemplar los cubos de cristal que habían plantado allí, intentando recordar qué había en ese lugar antes. Todo estaba muy cambiado. No supo decir si le gustaba más. Era la misma y, a la vez, otra ciudad. Aparco en el Paseo Nuevo y respiró el aire salado, disfrutó la sensación y se preguntó si podria ver el mar enfadado algún día. El recuerdo de la niña le remordió la conciencia, pero no podía hacer nada, la policia estaba trabajando, él estaba para cubrir al rubio y para tranquilizar a Marisa. Pegó un manotazo en la barandilla como conclusión y se adentró en las calles de aquel barrio que todavía recordaba mejor de lo que creía.
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