En la calle Easo estaba el salón de actos de la radio "La Voz de Guipúzcoa" donde se celebraban sorteos y concursos en directo. La pareja de locutoresd eran unos "figuras", ella pechugona y él con tupé. Tenía una moto Isco con asiento corrido y forrado con piel de vaca. Ella iba sentada detrás, de costado pasando su brazo por la cintura del artista.
Aquella noche en la Estación del Norte los padres daban las últimas instrucciones a los quinceañeros y las madres los detalles de lo que tenían las fiambreras. Nos fuimos en tercera clase, tampoco era cuestión de echar la casa por la ventana. Todavía no.
Las actuaciones se acumulaban año tras año: en Las Galas de los Lunes en el tenis donde conocimos a Silvie Vartán y a Johnny Halliday; las tardes en el Náutico; las noches de Castro Urdiales y Gudamendi, Ayuntamiento... No había una fiesta sin Los Corsarios o sin Los Agaros. Pero lo más divertido eran los festivales que nosotros mismos organizábamos. Alquilábamos el Kursaal o el Victoria Eugenia el domingo por la mañana, editábamos carteles en una imprenta de Sagüés que se distribuían por tiendas y bares, y lográbamos verdaderos llenazos. Sobre todo cuando compartíamos cartel con Los Ágaros. ¡Era una histeria musical!